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Nino Bravo cumplen cuarenta años de la trágica muerte

Nino Bravo (1944-1973) tuvo una de esas muertes que pasan a la historia, hace justo 40 años. Se apagada para siempre su vida en la curva de una carretera de Cuenca mientras se dirigía a Madrid con el propósito de lanzar al Dúo Humo, un conjunto en el que había visto a unos «nuevos Beatles» y del que se había convertido en protector.

 Nino Bravo fue un cantante de éxito arrollador, un amante esposo y un padre entregado.Tuvo una voz irrepetible, potente, cuidada, que cuando rompía te hacía estremecer.

Paseó el nombre de Valencia por España y América Latina, orgulloso siempre de la tierra que le vio nacer y de la que nunca se separó, él, tan humilde y familiar, tan apegado a sus orígenes como deseoso de comerse el mundo.

Corría el 16 de abril de 1973 y Nino Bravo dejaba huérfano a un país que se había enamorado de sus temas y al que legaría cuatro discos, más uno póstumo e innumerables recopilaciones y grabaciones inéditas que atestiguan su primacía de eso tan en boga en aquellos tiempos que vino a denominarse canción ligera.

Puede que su pasión por la música se la transmitiera su abuela materna, que si bien nunca se dedicó profesionalmente a la canción, sí amenizó algunos festivales benéficos. En cualquier caso, la idea anidaba en su cabeza desde sus años mozos. Hijo de un vendedor de seguros, sus primeros pasos laborales los daría en una joyería a la que se incorporó en calidad de aprendiz tras abandonar sus estudios. En poco tiempo era pulidor de diamantes, aunque la auténtica gema que había que moldear era él. Y a eso se dedicaba en sus ratos libres, siempre bajo la mirada de su amigo Vicente López, una figura crucial en su despegue al que conoció en el barrio de Sagunto donde creció y que ayudó a aquel muchacho tímido a salir de su cascarón.

Por entonces a Luis Manuel Ferri Llopis, su verdadero nombre, leconocido como Nino Bravo , en el otoño de 1961, junto a otros dos jóvenes, formaba su primera banda, Los Hispánicos, escogiendo un tema de The Platters, «Only You», para hacer su presentación en sociedad. No les iría mal, pese a que Manolito no lograría superar el examen necesario para obtener el carnet profesional de artista.

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Para el primer disco, Fonogram reclutó a Manuel Alejandro, un compositor que ya había firmado temas para Raphael y que le entregó a Nino Bravo «Como todos» y «Es el viento». Especial cariño le tendría siempre al primero de ellos el cantante. La fórmula funcionaba bien y le serviría para pasar por varios festivales. Aunque le gustaban poco estos certámenes, eran un trampolín.

Entonces llegó el gran salto. Televisión Española le reclutó para «Pasaporte a Dublín», un concurso del que habría de salir el representante español para el Festival de Eurovisión. Cayó ante Karina, pero el nombre de Nino Bravo recorrió España de punta a punta y su más reciente éxito, «Te quiero, te quiero», una canción de Augusto Alguerópensada inicialmente para Lola Flores y después para Raphael, le catapultó dentro y fuera del territorio nacional.

 La felicidad en el plano profesional se combinaba con la personal cuando el 20 de abril de 1971, Nino Bravo se casaba con María Amparo Esther Martínez Gil, la única novia que se le conocería y con la que, un año después, tendría a su primera hija, Amparo. Con ellas pasaría los días más felices de su vida, con giras por España y América Latina y el lanzamiento de dos nuevos discos, «Un beso y una flor» y «Mi tierra».

 El último, «… y volumen 5», no tendría tiempo de verlo publicado, como tampoco de conocer a su segunda hija, Eva María, nacida el 27 de noviembre de 1973, siete meses después de la muerte del cantante. Para entonces aún no se habían apagado los ecos del apoteósico homenaje que le rindieron en la Plaza de Toros de Valencia compañeros de profesión como Julio Iglesias, Manolo Escobar, Víctor Manuel o Mari Trini. Un sentido tributo a un hombre que solo ansiaba cantar… y vivir.

 

 

 

 

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